Ya había estallado la revolución en la Ciudad de México, en la hacienda de los Capulines en Hidalgo, Don Luis había dado la instrucción de estar alerta pues era de un momento a otro la llegada de los revolucionarios en cualquier momento o en su caso las gavilleros que se dedicaban a asaltar aprovechando la situación, los Federales que era el ejercito del Gobierno había optado por atender la prioridades quem eran la de defensa de la ciudad de Pachuca.
Los animales los resguardaron, llenaron las trojes (bodegas de semillas) a las hijas de Don Luis las habían sacado del país a Inglaterra después de la muerte de Madero, solo se quedo con su esposa y un reducido grupo de peones y personas de servicio que se fueron con sus familias a vivir en hacienda.
La ultimas noticias que llegaban eran que la ciudad estaba tomada por los rebeldes y algunas haciendas saqueadas, Don Luis tomo la decisión de decirle a sus empleados y peones que se fueran de ahí que se quedarán pero era bajo riesgo, durante años el carácter fuerte y hoy esa voz de desesperación e impotencia ante lo que venía, solo Don Luis tenia un pendiente las joyas y la riqueza de la familia donde guardarlas o esconderlas pues no era seguro nada.
En la oscuridad de la noche Don Luis a lomo de burro se enfilo hacia el cerro que quedaba enfrente de la Hacienda por ahí había una cuevas, con la luz de un quinque y con la escopeta cargada se enfilo hacia ahí, busco en aquella cueva y por ahí vio un pequeño pozo, tiro una piedra y este tardo en sonar, era el lugar adecuado, con esfuerzo coloco con una cuerda en el fondos las cajas que llevaba finalmente tapo aquel pozo con una piedra grande lo cubrió tierra y ramas, solo tomo un poco de cal y tomo agua de un pequeño recipiente y solo puso una pequeña marca por atrás de la piedra.
Era todavía de madrugada cuando llego a la hacienda antes de entrar miro toda la extensión de sus tierras sembradas en aquellas fechas de maíz, frigol, alfalfa y poco de cebada cubiertas por una ligera capa de neblina y entro a la hacienda, noto algo raro los perros no ladraron y estaban prendidas algunas luces, por lo que decidió entrar por la puerta de servicio, con el menor ruido entro pero cuando levanto la vista para ver que pasaba por terraza, el frio metal le toco la espalda, como escalofrío recorrió su cuerpo y se dio cuenta que los rebeldes habían llegado.
Apenas el alba se hacia presente los rayos del sol empezaba a iluminar así como en los pirules junto al estanque de agua pero era diferente sobre el árbol pendían tres cuerdas y bajo ellas tres cuerpos era el de Don Luis, Su esposa y un peón, y la hacienda era saqueada por los revolucionarios.
A Don Luis le quedo un secreto donde quedo su riqueza producto en parte de la explotación de la gente y motivo del odio de aquellos rebeldes acumulado por años.
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