sábado, 8 de septiembre de 2012

Historias 272 El Señor de los arillos




Era principios de aquel  año, Rafael uno de mis mejores amigos  que conozco desde cuando me inicié en el ambiente me invito a su  yo le llevaría el equipo de sonido, así llegamos a una casona de la colonia Juárez a una cuadras de la Zona Rosa, toque la puerta y me abrió una persona por cierto ya era grande unos 60 años así empecé a armar el sonido y esperar a la gente, siempre  me gustaba las fiestas de gente como yo como que hay mas de donde explotar en cuestión de música  y siempre se ponen bien.

Llego la noche y me empezó a llenarse el lugar tanto que un momento apenas podía moverme para poner la música había mucha gente, y por aquellas escaleras que daban a la sala donde se desarrollaba la gente  hizo la aparición de una dama apenas las luces dejan ver aquella peluca y sobre todo la ropa que no era común,  como nos acostumbramos vera los travesti o vestidas por ahí en alguna antro era sencilla, ya una vez en la pista improvisada saco su cigarro y bueno era raro porque en la fiesta era la única persona vestida así.
Me le quede mirando discretamente tratando de adivinar y bueno recordé al señor que me había abierto la puerta cuando llegue a esa casona estilo porfiriano, lo no se olvidara son los pendientes  unos arillos grandes que hacia contraste,  la verdad levantaba miradas pero en fondo nadie le hacia caso o lo tomaba en cuenta solo levantaba las miradas en esa fiesta.

Muchas ideas pasaban en mi cabeza, el ver a ese Señor de los arillos, de las vestimentas pasadas de moda, del maquillaje a veces extravagante  veía un mundo perdido en el tiempo,  como una gota del pasado, en medio de una mar en donde no encajaba  pero lo mire y vi feliz el paseándose por todos lados  con ese cigarrillo que hacían arrogante, un sensación de poder único y creo que era feliz aun que la gente no tomara en cuenta  y ahora veo que estar solo y sin pareja siempre se da en cualquier momento de la vida, pero lo que me sorprendió fue el orgullo que aquel señor de los arillos al enfrentar esa soledad en su mundo en su espacio y con él quería.


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