Aquella mañana de Octubre a las 2.00 am apenas lograba vislumbrar las lamparas de los montañistas, como un rosario moviéndose, en la oscuridad, por aquellas veredas, y el frío calaba hasta los huesos, el pasamontañas si me cubría pero el frío entraba por el tejido que sentía como piquetes en la cara, así emprendí esa madrugada mi ascensión al Popocatepetl fue por la ruta de las cruces desde el albergue de Tlamacas, mi Padre estaba en un equipo de alpinismo y nos involucro desde niños.
Subiendo por las veredas como columpios se veía el contorno del volcán, la nieve hizo su aparición, y lo mas sorprendente fue la coloración del cielo entre tonos morados, rojizos y azules en casi el alba, el frió era intenso, el esfuerzo también, por ratos el olor al azufre nos indicaban que alguna fumarola salía del cráter, poco a poco la luz del sol empezó a vislumbrar entero lo sorprendente y a la vez el miedo a las alturas, las nubes pasaban pero las veías abajo, la ciudad de Puebla, a lo lejos el Pico de Orizaba, todo espectacular, casi por terminar el primer tramo había una pendiente la cual tuvimos que subir con una cuerda el tramo muy empinado pero subí, todavía faltaba el el tramo más complicado, valió la penas ese día subir al Popocatepetl y solo como reflexión que la naturaleza es tan grande que siempre sorprende y que todo es posible con solo quererlo y sobre todo hacerlo fue una de las mas gratas experiencias en mi vida.
Y bueno ahora solo en el recuerdo de desde hace muchos años ya no se pude subir al volcán porque es peligroso por posible erupción
Mensaje en la vida hay que disfrutarla al máximo y bueno siempre habrá algo que contar.
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