jueves, 18 de octubre de 2012

Historias 351 Historia de la ciudad de México


La Ciudad de México, los orígenes: Tenochtitlán

El valle lacustre de la región del Anáhuac fue el elegido por la tribu de los tenoch, una tribu que se dice provenía de tierras míticas del norte, para fundar su ciudad. Este valle, rodeado de altas montañas, algunas boscosas, otras volcánicas, no presentaba precisamente un entorno ideal para el asentamiento; algunas hipótesis sostienen que decidieron asentarse de todas maneras en el lugar porque las tierras vecinas estaban ya ocupadas por otras tribus. La leyenda cuenta que los tenoch, guiados por su sacerdote, habían iniciado un largo peregrinaje en busca de tierras ideales para establecerse, y esas tierras serían aquellas donde se cumpliera una profecía: allí donde se encontrara un águila devorando una serpiente sobre un nopal sería el sitio perfecto.


Así, en el Anáhuac, la profecía se cumplió y los tenoch cesaron su peregrinar. La imagen mítica aún hoy acompaña a los mexicanos representada en su escudo nacional.
Tenochtitlán fue fundada entonces en el año 1325 y su primer emperador fue Acamapichtli. Nació sobre un islote en el lago Texcoco y fue expandiéndose, gracias a la voluntad de trabajo de los aztecas o mexicas, que fueron ganando espacio al lago rellenándolo mediante un sistema llamado chinampa, construyendo puentes y canales que conectaban casas, palacios, mercados, acueductos y hasta un zoológico, aprendiendo a convivir con la naturaleza que los castigaba a veces con crecidas de las aguas. Así, la ciudad creció hasta convertirse en la más importante de un vasto imperio, el mayor de Mesoamérica, y albergaba en la misma época muchísimos habitantes más que muchas ciudades importantes europeas. Del mismo modo, la limpieza de calles, el alumbrado público y ciertos servicios sanitarios ya estaban desarrollados en Tenochtitlán, mejoras que llegarían a Europa siglos después.
Los ejes de la ciudad se organizaban astronómicamente, había un recinto ceremonial al centro y el conjunto estaba rodeado de un muro, dentro del cual se encontraban los edificios principales. El Templo Mayor, dedicado a los dioses, era no solo el punto destacado del conjunto edilicio, sino además,para los aztecas, el centro del universo, que requería de sacrificios humanos para mantenerse.

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