Ignacio de la Torre y Mier
nació en 1866, fue uno de los seis hijos que tuvieron Don Isidoro De la
Torre y Gil y Doña Luisa Mier y Terán y Celis su padre había sido el fundador
de la casa Jecker Torre & Cía., responsable de emitir los bonos que serían
pretexto de la intervención.
Era de los pocos hacendados
con cierto interés por la productividad de sus tierras. Su hacienda era la de
Santiago Tenextepango, en el municipio de Cuautla; la más productiva de
entonces; con tan solo 16 mil hectáreas, consagradas a la producción de caña de
azúcar.
Tenía una casa de comercio
con la que canalizaba, hacia el exterior, la venta de sus productos valiéndole
las relación con su suegro; cultivo la amistad con varios funcionarios.
Nachito, además era dueño de la hacienda de San Nicolás Peralta, en el
municipio de Lerma, en el Estado de México; sin embargo cometió varios abusos,
como el corregir el cause de uno de los ríos que desembocaba en la laguna de
Lerma, que desbordó cada año en el pueblo de San Francisco.
Don Ignacio, era todo un
aristócrata y prueba de ello fue el exitoso matrimonio de su hermana Susana
quien casó con Mexcene conde de Polignac; a la larga serían los abuelos del
Príncipe Rainero III de Mónaco. No esta de más decir que el mismo Nacho se
había casado el 16 de enero de 1888 con Amada Díaz, la hija favorita del
presidente Don Porfirio Díaz Mori y de Delfina Ortega Díaz. Nacho había
conocido a su esposa en un baile celebrado en la primavera de 1887 y después de
un corto noviazgo recibieron la bendición del arzobispo de México,; sellando la
paz entre Iglesia y Estado. El matrimonio estaría condenado al fracaso, ya que
el acaudalado yerno “escandalizaría a la sociedad por sus costumbres licenciosas
su aventuras homosexuales.
Durante algún tiempo Don
Ignacio estuvo interesado en la política y poco tiempo después de casarse y con
ayuda de su suegro, obtuvo una curul de titular en la Cámara de Diputados, en
1892 se lanzó para contender por la gubernatura del Estado de México y tenía
los medios para hacerse de ella: era yerno del presidente, diputado de la XVI
Legislatura y miembro de la dirección del Banco de Londres y México; sin
embargo su candidatura estuvo llena de problemas.
Las relaciones con su suegro
Porfirio Díaz, se limitaron a ser ceremoniosas y tirantes, Parece que el
comportamiento del presidente, se debía a que Ignacio solamente se acordaba de
Amada, cuando debían de lucir en sociedad, por lo demás; él se encerraba en una
de las alas de la mansión de Reforma. En algunas ocasiones cuando Nacho viajaba
al extranjero con “amigos”, Don Porfirio lo mantenía bajo vigilancia de los
cónsules mexicanos.
Amada terminó por aceptar la
homosexualidad de Nacho quién había protagonizado el baile de los 41. Estos
bailes se desarrollaban regularmente en distintos lugares de la ciudad de
México, por cierto número de amigos de clase alta como Antonio Adalid y
Alejandro Redo de la Vega. “El 20 de noviembre de 1901, en la calle de la Paz,
la policía interrumpe una reunión de homosexuales, algunos de ellos vestidos de
mujer. Según el rumor perdurable, entre ellos se encuentran representantes de
familias notables del porfiriato que compran su libertad el chisme se desborda,
contando la huída por las azoteas del más prominente de los afeminados, don
Ignacio de la Torre. El castigo de quienes no compraron ni libertad, ni
silencio fueron los trabajos forzados en el Valle Nacional, Yucatán.
En aquellos días todavía no
circulaba, en México el término homosexual; así que Don Ignacio y sus amigos
seguramente se tenían por “maricones”; vivían como muchos de nosotros lo hemos
hecho; entre el pecado y el placer; entre la mentira y la verdad. “Las
autoridades refrendan su moralidad con arrestos, humillaciones y golpizas; mediante
la persistencia de su conducta los maricones intuyen borrosamente sus derechos.
Uno de los grandes logros de la redada de los 41, es darle un nombre, un
significado cabalístico al número; ya que si bien algunos terminaron en
prisión, las leyes mexicanas a la par del Código Napoleónico no prohibía la
homosexualidad o la sodomía; con la esperanza de no darle poder a la palabra,
al mencionarla.
Además de los hombres, Nacho
gustaba de las carreras de autos y el alcohol, que gustaba de combinarlos, dejando
a veces plantados a sus familiares políticos. Ignacio, tenía muy mal genio
(propio, de las casadas closeteras) a pesar de ser un buen anfitrión, que tenía
lo último de lo último en moda. Nacho era alto, delgado, traga años y con una
exquisitez para vestir; así como tenía mal genio, así podía ser generoso y
hospitalario con sus amigos. Otra de sus aficiones era su colección de trajes y
zapatos que lucía a sus amistades como “la biblioteca.
En 1906 Nacho conoce a
Emiliano Zapata, “recargado bajo la sombra de los cacahuates que rodeaban el
corral de la hacienda de San Carlos Borromeo”; Ignacio quedó prendado y pidió
referencias de aquel hombre “callado, moreno, orgulloso...”.Nacho supo que
Zapata vivía en Anenecuilco y que era gran conocedor de caballos. Durante las
elecciones para la gubernatura de Morelos, Zapata contactó a Jesús Flores
Magón; razón por la cual fue reclutado en uno de los regimientos de caballería
de Cuernavaca. Nacho en calidad de diputado y yerno del presidente intercedió
por el: “En la casa de la Cadena, mientras tomaban el café, le planteó su
petición con respecto de Zapata.
-Nacho- le contestó don
Porfirio- ese hombre le va a dar a usted muchos dolores de cabeza.
No solo lo consiguió la
liberación de Zapata; sino que se lo llevó a vivir con él a la capital;
trabajando seis meses como caballerizo mayor de las caballerizas de su mansión
en Reforma donde presencio los festejos del Centenario de la Independencia,
poco después volvería a su tierra, resentido al ver que los caballos de don
Nacho; vivían mejor que los campesinos de Morelos Algunos meses antes de la
revolución, Nacho se encontraba feliz ya que su hacienda tenía un valor
de 1’300,000 pesos.
Tras la renuncia de Díaz, la
noche del 25 de mayo de 1911, Nacho y Amada le verían partir en el andén de San
Lázaro rumbo a Veracruz. Don Ignacio de la Torre, fue un opositor al gobierno
de Madero, pues financiaba muchos de los diarios que le atacaban. El 22 de
febrero de 1913 Nacho se implicaría en el asesinato del presidente Madero, al
rentar el auto donde Pino Suárez sería trasladado a Lecumberri. Poco después de
este hecho, dejaría su mansión de Reforma, para vivir en su casa de Tacubaya
llamada la quinta del Parque Lira.
Durante la Revolución
Mexicana, la mansión de Nacho, sería incautada por órdenes del Gral. Pablo
González. Nacho sería detenido por órdenes de Venustiano Carranza bajo los
cargos de ataque con calumnias al gobierno de Madero y el apoyo a la dictadura
de Huerta. “Nacho desde entonces, tuvo que sobrevivir en una de las celdas del
penal de Lecumberri. Ahí pasaba la mayor parte de la jornada, “siempre
doliente, ojeroso y tendido sobre un catre de riquísimos edredones y mantas”.
Amada lo iba a ver todos los días, al principio con trabas y luego sin ellas,
gracias al escritor Martín Luis Guzmán. Mientras Amada hacia lo que creía su
deber, Nacho se esperanzaba en el triunfo de Zapata.
El 21 de octubre de 1914
Joaquín Amor, le escribiría a Zapata para que intercediera por algunos
hacendados que estaban en la cárcel; entre ellos estaba Don Ignaci. Al ver
Zapata la traición de Carranza, lanzó un manifiesto a la nación en la que lo
desconocía y se pronunciaba en contra de los latifundistas como Ignacio de la
Torre y Mier. A su llegada a la ciudad de México, Zapata en un gesto de
generosidad sacó de la cárcel a Nacho y lo mantuvo en custodia con Gustavo Baz
quién le preemitió que se dedicara al comercio del maíz.
Nacho se pasó de listo al
traficar con el maíz y al mantener una guardia blanca, haciéndose pasar por
General del Ejército del Sur, desde entonces lo mantuvo bajo arresto
domiciliario y sin dinero, como toda una adelita primero en Cuernavaca, donde
recibió la noticia de las expropiaciones de sus haciendas, Yautepec y Cuautla
Para 1915, el gobierno de Carranza firmó una orden para proceder contra Ignacio
de la Torre y Mier, Amada sabía que el destino final de Nacho sería la cárcel,
ganara quien ganara.
A finales de 1917, cuando
los carrancistas tomaron la ciudad de Cuautla; Ignacio aprovechó la confusión
para escapar entre el tumulto de reos que salieron. Un amigo le prestar un
caballo para que huyera hacia Puebla, donde se disfrazo para poder salir a los
Estados Unidos. Nunca volvería a ver a Amada. Ignacio de la Torre y Mier, el
número 41, había fallecido en el hospital Stern de Nueva York el 1º de abril de
1918, apenas había llegado en un vapor con una atroz dolencia de hemorroides,
producto del trato recibido por los zapatistas. Los médicos optaron por operar
de inmediato las venas del esfínter, fracasaron y Nacho no sobrevivió. El
gobierno de Carranza le devolvería algunos bienes, aunque fuese ya tardío para
el pobre Nacho.
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