Todavía hay oscuridad en el
rancho de la abuela, el frío de la mañana, me despertó el cantar de los gallos
y bueno el olor al nixtamal invade poco a poco el área veo más movimiento
me levanto y alcanzo a ver a mi abuela salir, me visto rápidamente y la alcanzo
en la puerta, y la acompaño a fuera de la entrada de la a entregar a una
persona el maíz preparado para la molienda en otro pueblo, así
mismo me enseña el paisaje con neblina al fondo.
Ya a mis 7 años aquellos
días era diferentes de la ciudad, en aquella vieja Hacienda del estado de
Hidalgo, con sus paredes en algunas partes derruida con las construcciones
alguna en pie, que cuando la recorrí el primer día me encontré un zorrillo, que
parecía de peluche lo quise agarrar pero me abuela con un grito me freno
aquel impulso fue lo mejor porque si no hubiera aguantado el olor a
zorrillo, al fondo donde están los corrales y el abrevadero así como los
muros del casco de la hacienda como un laberinto que alguna tarde me a
jugar corriendo de tras de un murciélago.
Era hora de desayunar una
taza de leche con pan, el olor a las tortillas hechas a mano y un poco de
guisado de día anterior, quedo plasmada esa escena en mi memoria.
Y del recuerdo de mi
abuela con el paso de los días, poco a poco van cambiando, ahora valoro y
me emociona saber que aquella mujer que tanto admire, que me encariñe y
que por un momento pensé que me quería, cambiaría, Mi abuela representaba
el matriarcado que en México existe, un mujer fuerte pero no solo por la
vida y no por las circunstancias, venia de Xaltocan Tlaxcala, donde quedó
huérfana de madre, y por tal motivo junto con mi bisabuelo a Puebla y después a
Ciudad de México, donde conoció a mi abuelo en Coyoacán.
Ahora comprendo su concepto
cuando ella creo que se dio cuenta de mi preferencia sexual a tan corta edad,
por eso empezó el trato hostil, desde un regaño hasta jalón de orejas y
un baño con agua fría, quizá con la finalidad de corregir o de enmendar lo que
no se pude corregir porque uno nació así es algo que no podemos cambiar y
recuerdo las quejas que hacía de mí cuando estaba dormido (pero no lo estaba)
escuchaba en silencio los comentarios.
Las burlas de mis primos y
mis tíos a tan corta edad creo fue muy fuerte todavía recuerdo que mis
primos me subieron a la camioneta a dar una vuelta y estando allá bajamos
en lo que estaba distraído arrancaron y por más que puede no pude
alcanzarlos me dejaron en el cerro, todavía recuerdo como se veían las milpas
desde ese punto y la hacienda pequeña, como pude llegue a casa pero ahí no hubo
reclamos ni castigo, quizá una acción de mis familiares para volverme
hombrecito según sus dichos.
Pasaron 15 días de los 20
que estuve y llego el tiempo de quitar la cascara el frijol de la
cosecha, veía como con las manos quitábamos la semilla de la vaina seca, pero pensé
si metro en una bolsa de fibra muchas vainas y las tallo el producto seria más
semillas solo retiro las cascara y así lo hice en poco tiempo avance más Que
mis familiares que se quedaron sorprendidos, al día siguiente entre a la bodega
pero no había trabajo había adoptado ese sencillo método y el trabajo fue
más fácil.
Todo los días me sentaba a
fuera de la hacienda a ver hacia donde estaba La ciudad de México, a veces el
silbato del tren que pasaba a lo lejos, me hacía recordar mi casa, mi familia
que tanto extrañaba a mis 7 años creo más, y preguntaba que si caminaba
llegaría a México, poco falto para que me aventurara solo caminando hacia la
ciudad, mi necesidad era mucha ante la hostilidad de la gente en aquel rancho
en aquella vieja hacienda.
No recuerdo ni como fue pero
llegue después de 20 días a casa por la noche lo único que hice fue abrazar a
mi madre como nunca la verdad aquella situación que viví en la hacienda me
dejaron marcado y desde luego a mi abuela ya no con el mismo cariño y creo que
todo por mi manera de ser de lo cual estoy orgulloso hoy en ser de ambiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario