lunes, 23 de septiembre de 2013

Historias cuando las cosas no son como cree uno


Todavía hay oscuridad en el rancho de la abuela, el frío de la mañana, me despertó el cantar de los gallos y bueno el olor al nixtamal  invade poco a poco el área veo más movimiento me levanto y alcanzo a ver a mi abuela salir, me visto rápidamente y  la alcanzo en la puerta, y  la acompaño a fuera de la entrada de la a entregar a una persona el  maíz  preparado para la molienda en otro pueblo, así mismo me enseña el paisaje  con neblina al fondo.

Ya a mis 7 años aquellos días era diferentes de la ciudad,  en aquella vieja Hacienda del estado de Hidalgo, con sus paredes en algunas partes derruida con las construcciones alguna en pie, que cuando la recorrí el primer día me encontré un zorrillo, que  parecía de peluche lo quise agarrar pero me abuela con un grito me freno aquel impulso fue lo mejor porque  si no hubiera aguantado el olor a zorrillo,  al fondo donde están los corrales y el abrevadero así como los muros del casco de la hacienda como un laberinto que  alguna tarde me a jugar corriendo de tras de un murciélago.

Era hora de desayunar una taza de leche con pan,  el olor a las tortillas hechas a mano y un poco de guisado de día anterior, quedo plasmada esa escena en mi  memoria.

Y del recuerdo de  mi abuela con el paso de los días, poco a poco van cambiando,  ahora valoro y me emociona saber que aquella mujer que tanto admire, que  me encariñe y que por un momento pensé que me quería, cambiaría, Mi abuela  representaba el matriarcado que en México existe,  un mujer fuerte pero no solo por la vida y no por las circunstancias, venia de Xaltocan Tlaxcala, donde quedó huérfana de madre, y por tal motivo junto con mi bisabuelo a Puebla y después a Ciudad de México, donde conoció a  mi abuelo en Coyoacán.

Ahora comprendo su concepto cuando ella creo que se dio cuenta de mi preferencia sexual a tan corta edad,  por eso empezó el trato hostil, desde un regaño hasta jalón de orejas y un baño con agua fría, quizá con la finalidad de corregir o de enmendar lo que no se pude corregir porque uno nació así es algo que no podemos cambiar y recuerdo las quejas que hacía de mí cuando estaba dormido (pero no lo estaba) escuchaba en silencio los comentarios.

Las burlas de mis primos y mis tíos a  tan corta edad creo fue muy fuerte todavía recuerdo que mis primos me subieron a la camioneta a dar una vuelta  y estando allá bajamos  en lo que estaba distraído arrancaron y por más que puede no pude alcanzarlos me dejaron en el cerro, todavía recuerdo como se veían las milpas desde ese punto y la hacienda pequeña, como pude llegue a casa pero ahí no hubo reclamos ni castigo, quizá una acción de mis familiares para volverme hombrecito según sus dichos.

Pasaron 15 días de los 20 que estuve  y llego el tiempo de quitar la cascara el frijol de la cosecha, veía como con las manos quitábamos la semilla de la vaina seca, pero pensé si metro en una bolsa de fibra muchas vainas y las tallo el producto seria más semillas solo retiro las cascara y así lo hice en poco tiempo avance más Que mis familiares que se quedaron sorprendidos, al día siguiente entre a la bodega pero no había  trabajo había adoptado ese sencillo método y el trabajo fue más fácil.

Todo los días me sentaba a fuera de la hacienda a ver hacia donde estaba La ciudad de México, a veces el silbato del tren que pasaba a lo lejos, me hacía recordar mi casa, mi familia que tanto extrañaba  a mis 7 años creo más, y preguntaba que si caminaba llegaría a México, poco falto para que me aventurara solo caminando hacia la ciudad, mi necesidad era mucha ante la hostilidad de la gente en aquel rancho en aquella vieja  hacienda.

No recuerdo ni como fue pero llegue después de 20 días a casa por la noche lo único que hice fue abrazar a mi madre como nunca la verdad aquella situación que viví en la hacienda me dejaron marcado y desde luego a mi abuela ya no con el mismo cariño y creo que todo por mi manera de ser de lo cual estoy orgulloso hoy en ser de ambiente.


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