viernes, 10 de mayo de 2013

Historias 495 La luz del alba



Hacia frío en aquella humilde vivienda, el aire se colaba por cada hendidura de techo de laminas,  la madrugada se siente mas   el clima fresco, pero algo le pasa a Marina había llegado muy joven a la ciudad de México, venía de provincia  y buscando alguna oportunidad de trabajo, ahí había conocido a Genaro un humilde jardinero que se junto con el y se llevo a vivir al sur de la ciudad, la economía era precaria y a principios del siglo pasado sin muchas oportunidades para salir adelante,  lo único que era valioso es ese amor sincero y ya con varios hijos habría que buscar para comer porque la vida era difícil y al día.

Una vez que Genaro se levanto a trabajar tenia que ir algunas casonas del centro de la ciudad y tenia que caminar para tomar aquel tren que lo llevaba al centro pero las distancias era largas asi  levanto y le dio un beso a Marina, cerro aquella vieja puerta de madera, hecha con retazos de la misma y sostenía por milagro.

Sé levanto  Marina  tomo su viejo rebozo y se enfilo hacía el pedregal, en aquellos días el pedregal de San Angel formación rocosa producto de la erupción del Xitle en la cordillera del Ajusco, estaba muy cerca de  donde vivía. Por aquella vereda que se perdía en los arbustos altos se enfilo Mariana, la luz del alba empezaba iluminar desde ese punto mirar al oriente anaranjado se podía el Popocatepetl, como vigilante eterno de la ciudad, y aquella fumarola que vislumbraba débilmente.


Por aquel sendero caminando unos minutos en el Pedregal era posible encontrar algunas cosas que se podían vender en mercado asi con cuidado, Marina corto algunos nopales, y los coloco en una cama de hojas debajo de un pedazo de manta junto más dos docenas, por ahí recogió algunas flores, un poco de hierba de menta, y algunas cosas mas, sin darse cuenta se clavo alguna espina  y se encamino a casa esos lugares son peligrosos no solo porque hay animales ponzoñosos como alguna arañas si no también serpientes  incluyendo la de cascabel, pero nos solo eso  se hablaba que hace años era escondite de bandidos que asaltaban y que para escapar de la justicia se metía por innumerables cueva  que ahí había.

Llego a su casa coloco en una canasta de mimbre lo poco que trajo y se enfilo al mercado, había dejado un poco de café con piloncillo y unas gordas de maíz para los hijos.

Ya estando en el mercado se coloco en aquella esquina cuidándose de los policías que siempre extorsionaban a la gente, después  de medio día  y con el sol intenso había vendido  no mucho pero si lo suficiente para comprar algo de mandado  y llegar a la casa así enfilo de nuevo  a la casa, para esa hora tenía que caminar buen tramo por aquellas veredas polvosas  y finalmente llegaba a casa, aquellos muros de adobe con su techo de láminas  y con poco de tranquilidad porque ese día había algo que comer  por lo menos frijoles y un salsa de chile verde y poco de chicharrón que había comprado.


Después de las 5.00 p.m. llego Genaro, en el hombro sus tijeras de podar y una pala cubiertas en papel grueso amarradas con un lazo, el máximo tesoro para aquella familia, en aquella improvisada  mesa  se sentó a comer, Marina miro a sus hijos ya Genaro solo guardo silencio y agradeció A  dios mirando aquel altar improvisado, por lo menos era feliz mañana habrá que levantarse antes que alba comience.


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