viernes, 31 de enero de 2014

Historias 632 Cuentos de la Revolución Los Capulines parte V


Capitulo V  En la oscuridad

En esa Noche del velorio de los dueños de la Hacienda, la incertidumbre  invadía  a todos,  por un lado la revolución había estallado  los grupos de revolucionarios y los federales podía llegar a cualquier momento, cualquiera que llegara primero seria la misma suerte la leva o el levantón  que era reclutar personas, asi como el saqueo la necesidad de las tropas la comida y el simple hecho que facilitaba el robo de las pertenencias de las  haciendas y hacendados  asi como robo de mujeres para integrarlas a los grupos o simplemente para violarlas y matarlas eran muchas cosas  estando en guerra.

Felipe el peón había topado en el camino al hijo del Hacendado  y fue a la fogata  en donde estaban la mayoría mitigando el frío de la noche, por ahí las mujeres repartían café y té de canela por supuesto con un poco de piquete el aguardiente y el tequila abundaba y lo mejor era gratis,  en esos casos permitido y corría por cuenta de los hacendados, asi como la cena  repartida a todos  en esa noche bolillos  con frigoles para muchos trabajadores comían mejor en esos días de duelo.


A esa hora las muchas mujeres trabajaban en la, cocina de la hacienda, algunas matando las gallinas, otras limpiando los chiles y  asando, por ahí el olor  a la pimienta,  ajonjolí, el cacahuete y  el chocolate  entre muchos ingredientes  para preparar  la comida   para después del entierro,  algunas moliendo en aquellos molcajetes largos  las especias,  siempre cuando hay difuntos la gente no duerme hasta parece fiesta y más cuando muere uno grande.

Algunos hombres estaban en aquella terraza para rendir tributo a los muertos, por lado la gente acomodada de las haciendas vecinas,  la gente de rango del Pueblo cercano, hasta comandante de policía que nunca hacia nada platicando con el funcionario del correo, toda esta gente ubicada en la parte principal de aquel salón como mirándose entre ellos, donde lo más importante era negociar con el nuevo dueño de las tierras y de la hacienda Francisco, no les interesaban los muertos si no los nuevos negocios, y lo más importante la cena ofrecida en esa noche de duelo.

Por otra parte de la aquel salón aun lado de los arreglos de flores en olor a rosas y azares estaba la gente trabajadora de la hacienda que el capataz había ordenado asistir claro en forma controlada, por ratos y en forma obligatoria, aunque los más ancianos estaban ahí por que era necesario despedir a los amos, entre tanta gente, todos especulaban y se miraban entre sí porque  aun no sabía quien había matado a los dueños.
    


Ahí afuera estaban los otros trabajadores con frío y tapados con sus sarapes, tomando café con piquete, jugando baraja y comentado no solo lo sucedido sino complejo de situación de las cosas, el futuro más incierto para ellos.
Los más ancianos platicaban lo sucedido y los rumores no solo de los asesinatos, hasta de las especulaciones de la preferencia sexual de Francisco que era una misterio pero un secreto a voces, el calor de la fogata  a veces pasaba los guaraches  de algunos afortunados que tenía, la mayoría a  descalzos, con los pies agrietados y con tierra, por ahí algunos con lesiones cortados por alguna piedra o alguna espina, ya ni dolía y sentados  a luz de aquella fogata, empezaron  los relatos que siempre suelen contar en algún velorio, los sucesos misteriosos y de miedo.

Todos esperaban que los ancianos les volvieran a contar la historia de la hermana del Difunto  Don Luis, hasta que llego el momento y todos se acercaron, algunos se pusieron cómodos sentados en grandes piedras, hasta el que le ponía la leña a la fogata se arrimo lo más posible de ramas para no perderse detalle del relato.

Asi el anciano José empezó su relato  contaba en año 1865, los antiguos dueños de la hacienda habían vendido  la hacienda en la Batalla de Puebla 1862, habían muerto sus hijos y ya no querían tierras asi que la vendieron a los Corona, Padre de don Luis (el difunto) que llego ese año con sus hermanos, Inés, Maximiliano, Felix y Luis,

La hacienda floreció aun más porque el padre estos arrebato las tierras de la mayoría de la gente, con ayuda de don Porfirio logro que sus tierras fueran buenas para la producción de maíz, frijol y cebada, consiguió buenas ganancias  especulando el precio y explotando a la gente,  la llegada del ferrocarril  que pasaba por el pueblo logro enviar su mercancía  más rápido a la ciudad de México.


Después de unos años,  Inés que era la única hija era muy guapa siempre se destacaba  en cuanta reunión  hubiera,  o montando su caballo por las milpas, el detalle se enamoro de un  peón, lo cual en aquel tiempo cuando los casamientos eran arreglados, era algo impensable mas para familia,
    

    


Por algún tiempo se vieron a escondidas algunos los vieron por la poza otros por los abrevaderos o caminando hacia los corrales  pero todo estaba bien hasta que  el padre de ella se dio cuenta y aquella noche los gritos e insultos no solo del padre si no los hermanos  en resumen al día siguiente  se llevaría  con un hacendado de Apizaco para comprometerse ya habían enviado al mensajero  a visarle  en Tlaxcala.      
Inés solo logro mandar mensaje al peón con una criada,  ella  escaparía con el peón a la Ciudad de México, se verían  a la 1.00 a.m. en puente de Piedra pasando la entrada de la Hacienda, apresurada hizo la maleta, con lo más indispensable, pero a la hora de acomodar el espejo se le resbalo y cayo al piso  lo que alerto al padre, apresurada Inés apago la vela y se encamino por aquel largo pasillo que llevaba a las escaleras entre sombras el Padre observo  la silueta de su hija.


Enojado porque no solo era una gran ofensa para la familia si no había humillado a el y el nombre de los Corona,  rápidamente  se levanto y empezó a seguir a su hija con machete en mano.

Inés se había dado cuenta que su padre la seguía apresuro el paso, aquellos tacones se le atoraron en las baldosas lo que se detuvo, como pudo se libro y llego al inicio de las escaleras, pero solo miro a padre que ya le había dado alcance, y este con el machete desquito toda su ira y dijo primero muerta que casada con un peón,  y la cabeza rodó por las escaleras, ante  el ruido se despertaron todos.


Felix el hijo menor del hacendado al ver esto tomo su rifle a buscar al Peón lo busco en la casa de los peones pero ya no estaba, corrió por  los grandes patios y fue hacia la salida de la hacienda pasando por el arco alcanzo a ver al fondo a un lado del puente de piedra  a peón recargado, con cautela llego hasta donde estaba él y le dijo tú eres la desgracia de nuestra familia, acciono el rifle y le pego en un brazo al peón,  este tomo unas piedras con tierra y  se las arrojo en la cara a Felix este se descontrolo lo que pudo enfrentar en lucha con peón que logro desarmarlo, Felix llevaba una navaja entre sus ropas y logro herir nuevamente a Peón, lo que Peón como pudo logro controlar la navaja y  Se la clavo en el pecho a Felix herido de muerte, lo que el Peón con trabajo se levanto, pero en eso se escucho el sonido sordo de una pistola, le pego en la cabeza al peón que cayo muerto, era Luis otro hermano que tenia los ojos vidriosos  y de rabia.


A todos en la hacienda contaron que el Peón había matado a  los dos hermanos a Inés y a Felix  por robar a la hacienda y en defensa propia Luis había matado.

Desde ese entonces  por los pasillos de la Hacienda en algunas noches ven la silueta de una mujer o por los jardines algunos han visto caminado con un paño en las manos, llorando algunos la han visto rodeando la bodega  o  la entrada de la hacienda  y los perros empiezan a ladrar, alguna ocasión en  donde están los caballos  hasta los pone inquietos, es Inés que desde esa noche pena en la hacienda.

Cuentan que una noche a su padre se le apareció  en los pasillos lo que lo llevo a ponerse loco  finalmente murió suicidando  una noche.


Desde ese entonces es común ver aquella mujer rondando los pasillos, asi contaban  el anciano todos con la cara de asombro hasta no falto alguno de ellos que miraban hacia todos los puntos de la hacienda, para ver si no observaban algo todos callados  pensantes hasta que una mujer comento no quieren más café, asi rompió nuevamente aquel estrés de la gente  en esa noche de  velorio.




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