miércoles, 29 de enero de 2014

Historias 627 Cuentos de la Revolución " Los capulines " parte IV



El peón Felipe cada día que pasaba  sospechaba de las ultimas muertes de jóvenes  desde que había llegado el hijo del dueño de la Hacienda, algo pasaba pero no podía levantar la  voz ni denunciar porque no tenía pruebas y una denuncia de un peón validez, la justicia era corrupta,  no sabia ni escribir  en la hacienda no había escuelas solo trabajo, hasta   Soledad su mujer  embarazada a casi por dar a luz a su primer hijo,  limpiaba la semilla antes de ponerla en los sacos para guardarlos en la  bodega y o ayudar en la cocina de la hacienda.

La mañana siguiente no fue normal los rumores de que los revolucionarios  o gavilleros estaban en otras poblaciones cercanas hicieron que el miedo empezara a invadir a los pobladores de la hacienda, a los trabajadores y sus familias. Los animales los resguardaron, llenaron las trojes (bodegas de semillas) a las hijas de Don Luis las habían sacado del país  a Inglaterra  después de la muerte de Madero, solo se quedo con su esposa y su hijo Francisco.
La ultimas noticias que llegaban eran que la ciudad estaba tomada por los rebeldes, Don Luis el dueño de la hacienda  tomo la decisión de decirle a sus empleados y peones que se fueran de ahí que se quedarán pero era bajo riesgo, durante años el carácter fuerte y dominante, hoy esa voz de desesperación e impotencia ante lo que venía, algunos peones ante los temores abandonaron la hacienda, pero no todos la mayoría no tenían ni familiares en alguna otra ciudad ni los medios para poder hacer el traslado, hasta los niños que antes corrían por los patios de la hacienda ahora solo callados y sentados cerca  de la noria.

Esa Noche,  Don Luis el dueño en la oscuridad  a lomo de burro se enfilo hacia el cerro que quedaba cerca había guardado las joyas, el dinero de objetos de valor, en una carga colocada en ollas de barro,  por ahí  cerca del árbol de aguacate, había una cuevas,  con la luz de un quinqué y con la escopeta cargada se enfilo hacia ahí, por ahí vio un pequeño pozo, tiro  una piedra y este tardo en sonar,   era el lugar adecuado, con esfuerzo coloco con una cuerda en el fondo las ollas selladas con barro que llevaba  finalmente tapo aquel pozo con una piedra grande  lo cubrió tierra y ramas, solo tomo un poco de cal y tomo agua de un pequeño recipiente y solo puso una pequeña marca por atrás de la piedra.

Era todavía de madrugada  cuando llego a la hacienda antes de entrar miro toda la extensión de sus tierras sembradas en aquellas  fechas de maíz, frijol, alfalfa y poco de cebada cubiertas por una ligera capa de neblina  y entro a la hacienda,  noto  algo raro los perros no ladraron  y estaban prendidas algunas luces, por lo que decidió entrar por la puerta de  servicio, cerca de abrevadero,  con el menor ruido  entro  pero  cuando levanto la vista para ver que pasaba por terraza, el frío metal le toco la espalda, como escalofrío recorrió su cuerpo  y penso que los rebeldes habían llegado.

Apenas el alba sé hacia presente los rayos del sol empezaba a iluminar  así como en los pirules  junto al estanque de agua  pero era diferente sobre el árbol pendían tres cuerdas y bajo ellas tres cuerpos era el de Don Luis, Su esposa y un peón.

Aquella mañana fue de asombro e incredulidad, por  parte de toda gente de la hacienda, los gritos de dolor, en aquella habitación el hijo del Hacendado Francisco sentado en su recamara con la mirada perdida  no creyendo todo lo había acontecido, pensando que alguien había robado las joyas y dinero de su casa y no conforme con esto dado muerte a sus padres.

Para Felipe el peón la situación era más confuso quién había asesinado a los padres del hacendado y quién había robado por un lado y la otra quién había matado a los jóvenes,  dos interrogantes que perturbaban, aun estando ese día en el velorio, se acercaba a las fogatas de donde la gente comentaba y especulaba pero el no decía nada solo se quedaba callado.

Aquella noche  camino hacia los corrales y vio que Francisco el temido hijo del hacendado asesinados  fumando un cigarro solo se acerco y le dio el pésame  solo la mirada penetrante que desnuda a cualquiera  pudo sentir ese dolor.

Pero ahora él mas confundido era El peón Felipe porque no supo interpretar esa mirada y sobre todo ahora quién era el asesino y todo lo que pasaba en ese momento en la hacienda.





    

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