miércoles, 29 de enero de 2014

Historias 626 Cuentos de la revolución “ Los Capulines “ parte III



Aquella noche Felipe  el peón acostado a un lado de su mujer  Soledad, no podía dormir  solo pensando en lo que había observado, la verdad tenia fobia a los jotos y maricones pero ahora así  no sabía de porque había sido mudo testigo de una práctica de sexo que la  desconocida.

Por la mañana el capataz de la Hacienda mando a llamar al peón  Felipe para se presentara con Francisco el hacendado, la verdad lo inquieto para que será, era la gran duda, se habrá dado cuenta de lo que había visto, caminado con pasos lentos  y con la mente pensando en muchas cosa llegaba aquella parte de la hacienda donde estaba Francisco, sentado en un escritorio ya había varios peones,  la razón era planear la seguridad de la Hacienda porque los grupos armados estaban cerca saqueado las poblaciones y haciendas lo que era preocupante, las mujeres las violaban o se las llevaban y a los hombres los reclutaban. Por lo que les dieron indicaciones a Felipe  estaría de vigilante en  parte principal de la entrada de la hacienda, en ese momento solo suspiro se le queda viendo a él  hacendado Francisco solo con una mirada fría  una sonrisa.


Pasaron pocos días y las labores de Felipe volvieron casi a la normalidad, el trabajo pesado  regreso, no así el interés de hijo del hacendado, que lo mandaba buscar con el menor pretexto para  alguna actividad hasta detalles que no tenían lógica, le inquietaba,  la curiosidad y  el miedo se juntaban y más ahora por lo que Fernando había observado en días pasados.

Pasaron el tiempo, en aquella  tarde el calor era abrumador, Felipe el peón regresaba haber entregado unos sacos de maíz a la hacienda vecina  llevaba  carreta vieja,  por su mente  pasaban muchas cosas, observando el camino y  al escuchar  el ruido del río cercano que le quedaba  cerca, no lo penso dos veces, se salió del camino sabía que cerca de ahí  existía una poza donde era mejor lugar para meterse al agua y quitarse el calor sin nadie se diera cuenta.


Apresurado  se apresuro a quitarse  la ropa y  de tiro al agua, la sensación del frío del agua refresco aquel cuerpo marcado,  sin darse cuenta era observado desde otra parte, una mirada profunda no dejaba de mirarlo  al peón  Felipe, pero el observador no podía controlar el estar parado detrás de los arbustos, y en ese momento que por error piso mal e hizo rodar unas piedras por  lo que el ruido levantara la alerta de Felipe lo que apresurado tomo sus ropas se vistió y apresuro el viaje, entre las ramas estaba Francisco el hijo del hacendado.

En la noche humo invade la hacienda y sobre todo el área donde viven los peones,  en el  ambiente el olor a las tortillas de maíz, se confunde con el olor a madera, las mujeres preparan una salsa en el molcajete ya esta lista, plato de frijoles nos anunciaba que era la hora de la cena para muchas familias era lo único que podían comer.

Por la mañana después de las 9.00 a.m., la gente corría hacia camino de piedra, haciendo mucho alboroto que hasta los perros ladraba  y los caballos se inquietaban, Felipe estaba en el abrevadero con los caballos, logro oír como la gente corría hacia aquella verdad, y fue tanto tumulto  que  gente de la Hacienda se asusto, y le comentaron que algo había pasado en el camino de piedra.

Felipe toma un caballo y fue con el capataz apresurados para averiguar que pasaba,  llegaron tán rápido  vieron a lo lejos a un lado del camino bajo aquel enorme pirul  un colgado(ahorcado), impresionado Felipe asustado bajo rápidamente del caballo y abrieron paso entre la gente que rodeaba aquella escena, el capataz toma el machete y con ayuda de otros peones, empezaron a bajar aquel colgado, los bajaron poco a poco pero por poco el peso les gana  lo recostaron en hierba, con asombro vieron que  era Jacinto, un peón que había llegado hacía poco tiempo de Oaxaca, no menos de 17 años, pero este se había destacado por su fortaleza a esa edad  era corpulento,  fue cuando uno de los  peones grito que se había suicidado, Todos callaron y él silenció se Hizo presente, por ahí entre la gente las mujeres hablaban que lo  habían visto inquieto en los últimos días, muchas cosas más.

Felipe si lo conocía y por la mente pasaron algunas escenas una de ellas logro recordar aquel amuleto de llevaba el difunto colgando,  lo había visto pero le sembraban duda, solo miro el cuerpo rígido y por ahí noto algo inusual que apenas se percibía, eran unos puntos rojos por debajo de la camisa del muerto como quemaduras, algo raro porque eran por cigarro y este no fumaba, trato con  levantar un poco más pero el capataz  le lanzo  golpe con vara, - deja ahí esta muerto  y se suicidio.

Así  se quedo la duda en Felipe y de los muertos  ya estaban familiarizados en aquella hacienda siempre los había, en la mente el paso la escena aquella noche  en la bodega en donde se guardaba la paja,  para  él  era la persona que había estado con el  hijo del Hacendado.

Pasaron los días, aquella tarde cuando Felipe cepillaba los caballos en las caballerizas,  sintió la mirada pero por más que volteaba no miro a nadie, continuo con su trabajo pero por unos minutos continuo su trabajo pero al voltear miro alguien atrás, con tremendo susto  observo era Francisco el Hijo del Hacendado  que lo observaba él había mandado matar a Jacinto, pero no podía probarlo solo en su mente recordaba aquellos cuerpos en las sombras teniendo sexo. , Esos cuerpos eran el Jacinto y el del Francisco el  Hijo del Hacendado.


 



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