sábado, 9 de noviembre de 2013

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NEZAHUALCÓYOTL, Méx.- Aquí los vivos conviven con los muertos. Muchos los ven, otros los oyen y algunos los sienten. El alma de los que ya no tienen cuerpo deambula por cuartos, corredores y pasillos. Nunca se han ido realmente y tal vez nunca lo hagan.
Risas, llantos, lamentos, pasos y ruidos extraños invaden los rincones y provocan temor de los que allí se encuentran.

Es la Cruz Roja de La Perla, ubicada en la colonia del mismo nombre, donde algunos de los que murieron en ese lugar reaparecen en el momento menos esperado.

Todos han sentido su presencia. El personal médico y administrativo aún no se ha acostumbrado a lo que aquí ocurre, en cada noche, en cada madrugada, en cada espacio, en todo momento.

Un joven con una herida en el cuello que murió en el quirófano, una mujer mayor que sufrió un paro cardíaco fulminante en el estacionamiento, un niño de cinco años que perdió la vida y una mujer que se refleja en paredes y cristales, son las almas que están siempre presentes en ese inmueble de la Benemérita Institución.

Un frío intempestivo, disminución de la intensidad de la energía eléctrica y un erizamiento de la piel anteceden a la aparición o presencia de los espíritus en la Cruz Roja.

“Es una ocasión estábamos en un parto en la madrugada sólo la doctora, trabajo social y yo y afuera pareciera que hubiera mucha gente, se oían las camillas, que subían las vitrinas, se oía todo, nos asomamos y no había nadie”, contó una de las enfermeras.

Irma Quiroz, encargada de la consulta externa, recordó que en una ocasión después de una operación en el quirófano, mientras limpiaba y recogía el material quirúrgico vio y sintió a alguien.

“Iba yo saliendo y detrás de mí vi en el reflejo de la puerta a alguien, me di la vuelta y no había nadie, entonces sí sentí mucho miedo, salí corriendo, se siente muy feo, la mala vibra. En otra ocasión teníamos mucho trabajo y me quedé dormida en la madrugada y sentí cómo me jalaban la bata y desperté y no había nadie”, narró.

Daniel Galicia, técnico en urgencias médicas, también ha sentido la presencia de otras personas no vivas.
     

“Cuando recién entré era 15 de septiembre tuvimos una comida en el comedor y en el reflejo de la puerta vimos a un niño que venía bajando las escaleras y esperamos que pasara el niño y no pasó. Es un niño que juega con una pelota y yo ya lo había visto antes de que contaran aquí”, dijo.

El  jefe del área de enfermería, ha visto situaciones raras, extrañas.
“Me ha tocado ver a una abuelita a las tres de la madrugada, en los pasillos del área de recuperación de hombres y mujeres cómo se sienta, empieza a palanquear los pies, suelta una risa y desaparece”, contó.

“También me tocó atender a un joven que se degolló acá atrás en el reclusorio en diciembre y desgraciadamente murió y después de un mes empezó a aparecer, le gusta mucho estar en el área donde falleció, se nubla todo, hace mucho frío y empieza a dar quejidos, nos desconcertamos, pero sabemos que son almas que no están tranquilas”.

No se acostumbran aún a convivir con los muertos a los que ven, sienten y oyen en todo momento, en cada rincón.

Relato tomado del diario el Universal


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