miércoles, 16 de octubre de 2013

Historias 589 Cuentos de la Revolución El tesoro




Aquella mañana, en aquella pequeña habitación de abobe el frío era intenso ni las cobijas ayudaban se filtraba techo y por las hendiduras de la vieja puerta de madera, que a veces era mejor levantarse y ponerse en lugar donde estaba una pequeño fogón que calentaba el agua para el café o té, que se endulzaba con piloncillo, y aquel comal sé reecalentaban las tortilas de día anterior, en aquella olla  de barro los frijoles se calentaban también el olor  epazote anunciaban que en breve se serviría de desayunar  en aquella mesa improvisada, como todos los días.

Aun no salía el sol pero como los días Andrés siempre pasaba por José a su casa para  ir a los corrales de hacienda, siempre tocaba la puerta con un golpe fuerte o aventaba piedras en el techo para anunciar que ya estaba ahí y sacar a los borregos para llevarlos al monte  su amigo a su corta edad en aquel rancho tenía que trabajar para ganarse unos pesos.

Todos los días se levantaban a las 5.00 a.m. apenas al alba, su madre de José ya le tenía preparado el desayuno aquel café  con un  plato de frijoles, chile y tortillas sabían a Gloria porque sería su única comida del día hasta que regresarán por la noche, en el morral de ixtle solo llevaban un guaje con agua y un par de tamales.

Asi era todos los días antes de las 7.00 a.m. ya se alistaban a los borregos se contaban y se anotaban en una libreta vieja, acabando esto se  enfilaban aquella verdad  hacia el cerro, cada paso que daban dolía por las sandalias de cuero el pie agrietado por él frió dolía, asi José y Andrés se internaba poco a poco x aquellos caminos, en un principió  áridos pero poco a poco se internaban en el bosque.

Asi transcurría la mañana salía el sol y el frío se quitaba poco a poco,  Un día Andrés al descansar y quitarse unas piedras de las sandalias, observo una detalle  en el terreno cerca de un montón de  piedras  un hoyo pequeño penso que era de algún animal, pero sonaba hueco,  se paro cerca  y se derrumbo más, se le hizo algo extraño  con una vara la metió pero casi se sumía por completo lo que le dio curiosidad y con sus manos quito mas tierra a poco mas un metro observo una olla de barro tapada, solo miro a José y le comento el detalles lo que acomodaron mas cerca de los borregos para tenerlos a la vista y poder investigar.

Andrés con sumo cuidado levanta aquella olla pesada la coloco a fuera del hoyo y levanto aquel plato que la tapaba, la expectación, eran una olla con monedas ennegrecidas por el tiempo, José le comenta ya no destapes mejor la dejamos ahí si no las ven la gente no la quitarán ya en la noche nadie ser dará cuenta venimos por ella, en la noche nadie se dará cuenta.

José le comento pasa por mí en la noche como a las 10.00 p.m. y venimos pero no le digas a nadie.

Andrés penso que era lo mejor acomodo la olla de nuevo y con sumo cuidado la tapo con tierra y coloco piedras,  se perdía a cualquier indicio solo ellos lo sabían.

Ese día por más que trataban que pasara rápido era todo lo contrario ya cerca de la 5.30 p.m. se enfilaron al casco de la Hacienda a encerrar a los borregos.

Andrés no se aguantaba las ganas e impaciente por que la hora llegará, ya alrededor de la 9.30 p.m. se enfilo a la casa de José  pero por más que le gritaba no salía hasta después de un rato su mama de le comento que en cuanto llego de entregar a los borregos, José se  había salido, Andrés no lo penso dos veces y se enfilo por aquella vereda hacia el lugar marcado.

Llevaba un quinqué de aceite con lo que se alumbraba por aquella verdad después unos minutos se acercaba al lugar marcado, observo las piedras y parecía normal, pero no se aguanto las ganas y empezó  a quitarlas y desenterrar nuevamente el hoyo encontró la olla, con una risa en la cara y sudando la acomodo afuera y al levantar la tapa estaba llena de piedras y tierra, por un momento se pregunto que eso no había visto en el día, la duda surgió se habría equivocado pero no era así.

Desde aquel dia José no se volvió a presentar en su casa nadie sabia ni lo habían visto, Andrés se preguntaba que le había pasado pero la duda que había pasado realmente con aquel contenido de la olla.

Nadie supo, pasaron  varios años  hasta que una tarde se escucharon cohetes y sonaban las campanas de la Iglesia, se decía que había  llegado  José, pero ahora  llegaba en caballo vestido de Charro, había tenido suerte, le ha ido muy bien en la capital,  con solo ver los botones de oro y el hilo de plata de sus trajes se le había ido bien.
          


Lo que llego a oídos de Andrés que  sabía que había pasado años antes que olla que él había encontrado,  la había robado su mejor amigo y no había compartido nada, el detalle estaba llena de monedas de oro, quizá algún rico en la época de la revolución, o la  independencia había enterrado en aquel lugar secreto.

Pero para Andrés las cosas estaban claras solo José lo había traicionado, le había madrugado  llevando las monedas y haberse escondido por años, al escuchar los rumores que había llegado.

Eso no era todo Don José como ahora lo conocia la gente había comprado la Finca  de los Castillo,  todos esos rumores era algo que Andrés no podía soportar, tomo una pistola que por ahí tenía que era de su abuelo, y salió a buscar a José de una buena vez para aclarar las cosas.

Rumbo a la Finca de los Castillos había unos pirules,  casi a la mitad del camino ya a la entrada de la casa, caminando Andrés con rabia e impotencia por la sabia que había pasado, pero al pasar por cerca de aquel sitió se escucho un sonido seco de unas balas, de inmediato sintió algo caliente en su cuerpo y después todo se volvió oscuridad,   un balazo dio en la cabeza y otra en el hombro, y no pudo llegar ni a la puerta de la Finca, murió en el lugar.

Al día siguiente  en el panteón del pueblo fue sepultado Andrés y Ahora Don José hasta mariachis lo acompaño a su ultima morada, todo saben que murió por un asalto, y nadie sabe quien fue.

Pero algo paso desde entonces en el lugar todas las noches alguien toca las puertas  con toques secos, la gente sobre saltada sale pero no hay nadie en las calles o en las veredas en ocasiones en las ventanas o techos  alguien avienta piedras como llamando la atención, pero tampoco hay nadie, dicen que en los pirules rumbo a la finca de los Castillo cuando pasan en las noches sientes como se les eriza el cabello, y escuchan murmullos al oído pero no logran entender,  pero algunos  han observados en camino hacia el monte una luz como de una lampara de aceite dicen que un quinqué que se pierde por la vereda y los perro aúllan.

Todos hasta ahora se preguntan quién es alma en pena que busca llamar la atención, y que su luz no a partido porque quedo algo  pendiente por hacer o aclarar  y su alma quedo ahí.





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