El
olor a copal invade la casa, en aquella gran mesa observo a mi Madre que pone
con cuidado cada uno de los elementos de la ofrenda, y junto a mi Padre van
encendiendo cada una de la veladoras que con tiempo compran y nombrando cada
nombre de sus familiares que ya no están ahora cuando encienden la luz de la
vela, un día antes pusieron la veladoras de los infantes
fallecidos, al término con unas
oraciones dan la bienvenida a las animas.
En
la gran mesa todos los elementos, la fruta, el pan de, muerto que es una
representación de las ofrendas humanas pero después de la conquista se le puso
un toque más amable, las calaveras de azúcar que sustituyeron a los cráneos reales
también cambiaron, el olor a las frutas en especial a la guayaba que me
recuerda el ponche, el plátano manzano con color rojizo la flor de cempasúchil.
Como
no recordar los mercados públicos en estos días son hervideros de gente
llevando la fruta para sus ofrendas, algún día recordé la Merced cuando fui con
mi Madre parecía verbena y te das cuenta que esta celebración nos dan pie a la gran cultura
de nuestros ancestros y que mantiene.
Es el día que se las animas
regresan a convivir con sus familias así es la creencia pero para mí es una de
la celebraciones más importantes incluso de la de diciembre, a veces pienso que
será el día o la celebración de muertos, cuando nadie se acuerde de uno, sino
porque no tenemos registro de nuestro árbol genealógico o genograma es
una representación gráfica que enlista los antepasados y los descendientes
de una persona, porque nadie escribe de esto o deja por alto perdiéndose en la
oscuridad del tiempo pero más del olvido.
A mis
mente llegan las indicaciones de mi madre de que no tocara la ofrenda, me
gustaba comer las bolitas del pan de muerto me decía “No comas de ahí si no van
a jalar los pies los muertos” me decía que las animas se llevan la esencia de
las cosas, y en verdad la comida sabe diferente cuando se levanta la ofrenda.
Hoy
en estos días es diferente porque a mis padres ya no están presentes, seré yo el encienda una para mí Madre otra para mi Padre,
les daré la bienvenida a pesar que
siempre y en cada momento los tengo presentes.
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