Desde hace mucho tiempo
Coyoacán estaba ubicado a márgenes del lago de Texcoco sus poblaciones que
estaban a las orillas y en donde empezaba el pedregal, formado por la erupción
del Xitle, con suelos fértiles y un sistema de canales de donde
circulaba el agua de los manantiales, los hacían producir diferentes tipos de
cosechas desde vegetales y flores, desde antes de la conquista de los Españoles
en 1521, con paso el tiempo el lago se secó y el avance
de la ciudad de México.
En los años década de
1930 del siglo pasado todavía la gente cultivaba, en aquel pueblo se sembraban
flores que se comercializaban en mercados como Portales, Jamaica, San Juan y el
de Coyoacán , un día Don Narciso sembraba en sus
parcelas flores en específico rosas de castilla, una rosa pequeña
pero muy vistosa, en aquella mañana observo que sus rosas, en un pasillo
estaban tiradas en el camino, estaban cortadas y deshojadas,
se inclinó y levanto algunas de ellas, el coraje lo invadía pero por
su mente se preguntó quién podría haber sido, se puso a preguntar a las
personas que vivían cerca, así como a sus familiares de quién había visto
algo raro o el causante de esto, él era tranquilo y realmente no se metía en
problemas, quizá algún borracho del Pueblo, o algún mal vecino, o
los chamacos traviesos sería pero la respuesta estaba sin resolverse.
Pasaron algunos días, en
aquella mañana de Agosto, con frío por la llovizna de la noche, la capa
de neblina se levantaba y en el horizonte se dibujaban los Volcanes al fondo, a
esa hora Don Narciso iniciaba actividades temprano para hacer
algunos ramos de rosas y llevarlos al mercado, se dirigió aquella parte de la
parcela donde estaban las rosas, todo estaba bien pero al caminar algunos
metros pudo observar nuevamente las rosas cortadas y algunas
pisadas pero otro punto diferente, al de los días anteriores, echando
maldiciones comento quiénes seria los cabrones que jodían su plantación pero No
podía saber quién.
Estaba muy enojado, pero
pasaron los días y no pasó nada, nuevamente el pasado viernes al ir hacer
nuevamente su actividades por la mañana volvió a mirar que el aquel pasillo de
la parcela algunas rosas tiradas en el suelo,
Aquel día con coraje realizo
sus actividades pero en la mente el deseo de saber quién era o las
personas que perjudicaban sus flores, podría ser cualquier
persona, hasta caminando por la calle observaba en silencio a sus
vecinos, a los niños y jóvenes que jugaban en las calles cercanas, hasta
aquellos vecinos que se emborrachaban con pulque, o con aguardiente,
y por ahí aquel militar que fumaba mariguana por la noches todos podían ser
culpables.
Aquel día en su casa empezó a buscar
el viejo fusil de su abuelo, este había heredado, comento que ahora
si le daría un escarmiento, al causante de maltratar sus rosas.
Al ir muriendo la tarde busco
como hacer su estrategia, miro aquel árbol frondoso y alto de fresno
que estaba a un lado de la huerta frondoso, ahí seria el punto coloco
una escalera grande buscando la parte central de aquel árbol y el
sitió era adecuado solo tendría que esperar la noche,
Aquella tarde solo preparo un
quinqué de petróleo y espero a que anocheciera, eran las 11 de la noche,
se subió por aquella escalera al árbol al escondite, a
esperar al causantes de estropear su huerta, se puso un tapo con un sarape para
mitigar el sereno de la madrugada y a esperar
Por ratos el sueño vencía, el
croar de las ranas de los canales cercanos invadían el cielo medio nublado por
momentos dejaba ver la luz de la luna, para su suerte por lo menos algo de luz
en aquella oscuridad de las chinampas, pero no pasaba nada.
Así paso el tiempo, el
aire frío se sentía cada vez más, eran las
3.00 A.m. cuando adormitado Don Narciso despertó, observo una
pequeña capa de neblina que flotaba por la parcela, en ese
momento la luz de la Luna se filtraba por la parcela, se escucharon
algunos ruidos lo que puso en alerta a Don Narciso que preparo su fusil y abrió
más los ojos para observar a detalle quién era el causante de maltrato de
sus rosas, pero su quinqué se apagó, tomo las caja de cerillos pero esta se le
resbalo de las manos y cayó.
Aquella sensación y
presentimiento no eran buenos pero Don Narciso tomo su fusil observando de un
lado a otro, mirando a detalle por los arbustos, por algún momento
hasta escalofrío sintió y empezó a sudar, no podía ver nada con
claridad, pasaron algunos segundos y hasta su presión arterial empezó a subir, el
temor pero también por su coraje también por fin había llegado el momento de
darle una buena lección a la persona que cortaba sus rosas, cerca el camino
hacia el canal de agua por detrás de los carrizos empezó observar una silueta
entre gris y blanca no podía distinguir, poco a poco miro y observo que era una
mujer, sintió mejor no era un hombre, aquella mujer de vestido
blanco se movía entre aquel pasillo por más que trataba de mirar no
podía distinguir la cara pero si algunos aspectos de
su vestido holanes blancos que hacían movimiento con el
aire.
Esta mujer llevaba una canasta
puedo observar que cortaba un rosa y las colocaba en su canasto,
pero llego un momento que aquella extraña mujer se quedó parada y Don Narciso
pudo observar que dirigió su mirada hacia donde estaba el, con la respiración apunto
con su fusil pero este se trabo, no podía jalar el gatillo ya con miedo empezó
observar algo anormal que aquella mujer caminaba muy rápido parecía flotar,
aquella siniestra mujer se dirigía por el camino hacia donde estaba aquel él,
muerto de miedo, aquella mujer empezaba a subir aquella escaleras, en ese
momento no sabía que hacer Don Narciso se resbalo y callo por
fortuna cayó en un montón de hojas de elote .
Por ahí se empezaron escuchar
que los perros empezaban a ladrar
Por la mañana sus familiares
lo encontraron desmayado por fortuna donde había caído las
hojas de elote y ramas habían amortiguado el golpe, algunos rasguños, al
despertar les puedo contar a ellos lo que había pasado, vieron nuevamente
las rosas de castilla en el suelo en solo punto de la parcela.
Después de aquel incidente ya
no se repitió las cosas llegaron a la normalidad hasta hora no
se sabe quién era o que era lo paso en aquellos días, y hasta la fecha nunca se
supo quién era esa extraña mujer o ese fantasma que vagaba las noches
recolectando rosas que solo arrancaba las rosas para llevarse la esencia.
Relato de mi abuelo
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