lunes, 25 de julio de 2016

Historias la Mujer de las Rosas





Desde hace mucho tiempo Coyoacán estaba ubicado a márgenes del lago de Texcoco sus poblaciones que estaban a las orillas y en donde empezaba el pedregal, formado por la erupción del Xitle, con  suelos fértiles y un sistema de canales de donde circulaba el agua de los manantiales, los hacían producir diferentes tipos de cosechas desde vegetales y flores, desde antes de la conquista de los Españoles en 1521,  con paso el tiempo el lago se secó y  el avance de la ciudad de México.

En los años  década de 1930 del siglo pasado todavía la gente cultivaba, en aquel pueblo se sembraban flores que se comercializaban en mercados como Portales, Jamaica, San Juan y el de  Coyoacán , un día  Don Narciso  sembraba en sus parcelas  flores en específico rosas de castilla, una rosa pequeña pero muy vistosa, en aquella mañana observo que sus rosas, en un pasillo estaban tiradas en el camino,   estaban cortadas y deshojadas, se inclinó  y levanto algunas de ellas, el coraje lo invadía pero por su mente se preguntó quién podría haber sido, se puso a preguntar a las personas que vivían cerca, así como a sus familiares de quién  había visto algo raro o el causante de esto, él era tranquilo y realmente no se metía en problemas, quizá algún borracho del Pueblo, o  algún mal vecino,  o los chamacos  traviesos sería pero la respuesta estaba sin resolverse.


Pasaron  algunos días, en aquella mañana de  Agosto, con frío por la llovizna de la noche, la capa de neblina se levantaba y en el horizonte se dibujaban los Volcanes al fondo, a esa hora  Don Narciso iniciaba actividades temprano para hacer algunos ramos de rosas y llevarlos al mercado, se dirigió aquella parte de la parcela donde estaban las rosas, todo estaba bien pero al caminar algunos metros pudo observar nuevamente  las rosas cortadas y algunas pisadas pero otro punto diferente,  al de los días anteriores, echando maldiciones comento quiénes seria los cabrones que jodían su plantación pero No podía saber quién.

Estaba muy enojado, pero pasaron los días y no pasó nada, nuevamente el pasado viernes al ir hacer nuevamente su actividades por la mañana volvió a mirar que el aquel pasillo de la parcela algunas rosas tiradas en el suelo,

Aquel día con coraje realizo sus actividades pero en la mente el deseo de saber quién era  o las personas que perjudicaban  sus flores, podría ser cualquier persona, hasta caminando por la calle observaba en silencio a  sus vecinos, a los niños y jóvenes que jugaban en las calles cercanas, hasta aquellos vecinos que se emborrachaban  con pulque, o con aguardiente, y por ahí aquel militar que fumaba mariguana por la noches todos podían ser culpables.

Aquel día en su casa empezó a  buscar el viejo fusil de su abuelo, este había heredado,  comento que ahora si le daría un escarmiento, al causante de maltratar sus rosas.

Al ir muriendo la tarde  busco como hacer su estrategia,  miro aquel árbol frondoso y alto de fresno que estaba a un lado de la huerta frondoso, ahí seria  el punto  coloco una escalera grande buscando la parte central de aquel árbol  y el sitió era adecuado solo tendría que esperar la noche,


Aquella tarde solo preparo un quinqué de petróleo y espero a que anocheciera,  eran las 11 de la noche, se subió por aquella escalera al árbol  al  escondite, a esperar al causantes de estropear su huerta, se puso un tapo con un sarape para mitigar el sereno de la madrugada  y a esperar

Por ratos el sueño vencía, el croar de las ranas de los canales cercanos invadían el cielo medio nublado por momentos dejaba ver la luz de la luna, para su suerte por lo menos algo de luz en aquella oscuridad de las chinampas, pero no pasaba nada.

Así paso el tiempo,  el aire  frío se sentía  cada vez más,  eran las 3.00 A.m. cuando adormitado Don Narciso despertó,  observo una pequeña capa de neblina que flotaba  por la parcela, en ese momento  la luz de la Luna se filtraba por la parcela, se escucharon algunos ruidos lo que puso en alerta a Don Narciso que preparo su fusil y abrió  más los ojos para observar a detalle quién era el causante de maltrato de sus rosas, pero su quinqué se apagó, tomo las caja de cerillos pero esta se le resbalo de las manos y cayó.

Aquella sensación y presentimiento no eran buenos pero Don Narciso tomo su fusil observando de un lado a otro, mirando a detalle por los arbustos,  por algún momento hasta escalofrío sintió y empezó a sudar,  no podía ver nada con claridad, pasaron algunos segundos y hasta su presión arterial empezó a subir,  el temor pero también por su coraje también por fin había llegado el momento de darle una buena lección a la persona que cortaba sus rosas, cerca el camino hacia el canal de agua por detrás de los carrizos empezó observar una silueta entre gris y blanca no podía distinguir, poco a poco miro y observo que era una mujer, sintió  mejor no era un hombre, aquella mujer de vestido blanco se movía entre aquel pasillo  por más que trataba de mirar no podía    distinguir la cara pero si algunos aspectos de su vestido holanes blancos que   hacían movimiento con el  aire.

Esta mujer llevaba una canasta puedo observar que cortaba un rosa y las colocaba  en su canasto, pero llego un momento que aquella extraña mujer se quedó parada y Don Narciso pudo observar que dirigió su mirada hacia donde estaba el, con la respiración  apunto con su fusil pero este se trabo, no podía jalar el gatillo ya con miedo empezó observar algo anormal que aquella mujer caminaba muy rápido parecía flotar, aquella siniestra mujer se dirigía por el camino hacia donde estaba aquel él, muerto de miedo, aquella mujer empezaba a subir aquella escaleras, en ese momento no sabía que hacer  Don Narciso se resbalo y callo por fortuna cayó en un montón de hojas de elote .

Por ahí se empezaron escuchar que los perros empezaban a ladrar

Por la mañana sus familiares lo encontraron desmayado por fortuna donde había  caído  las hojas de elote y ramas habían amortiguado el golpe, algunos rasguños, al despertar les puedo contar a ellos lo que  había pasado, vieron nuevamente las rosas de castilla en el suelo en solo punto de la parcela.

Después de aquel incidente ya no se repitió  las cosas llegaron a la normalidad  hasta hora no se sabe quién era o que era lo paso en aquellos días, y hasta la fecha nunca se supo quién era esa extraña mujer o ese fantasma que vagaba las noches recolectando rosas que solo arrancaba las rosas para llevarse la esencia.



Relato de mi abuelo


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