Desde su niño su abuela materna lo había iniciado al culto religioso, como todos los días el rezar el rosario y aprender cosas de la religión lo habían cambiado mucho, desde ahí junto con su orientación discreta de closet en un devoto.
Miguel a sus 15 años por las reglas morales de la familia y de la misma sociedad determino ingresar al seminario, por su mente y en su persona escondía su temor y su preferencia sexual por debajo de esa personalidad desde tiempo atrás se había manifestado, ese deseo de estar con otro hombre, en sus sueños húmedos o en vivencias solo imaginarias, como explicarse cuando tenía una erección cuando miraba en los vestidores a sus compañeros de clase en los vestidores del deportivo o en natación, o el de ver alguna fotografía de un jugador o luchador sin camisa, o recordaba alguna travesuras en el internado junto con algunos otros compañeros
Todas las tardes en su habitación del internando, en aquellos recuerdos por ahí recordó la noche en aquel campamento que hizo en Morelos, unos años atrás, en una campamento en Morelos, esa tarde había llovió muy fuerte en sus tres compañeros de casa de campaña, paso la lluvia y tenían frío, el agua se filtraba por la tela de la tienda, el suelo mojado hacía complicada la situación, la ropa mojada era normal.
Paso un rato y empezaron acomodarse para pasar la noche
mejor, se quitaron la ropa mojada, con
los torsos desnudos uno de ellos empezó a jugar tocándoles las tetillas así
empezó aquel juego lleno de descubrimiento hasta que llegaron a tocar sus
partes íntimas y ese juego de masturbación mutua entre los tres, que acabo con
llegar aquel orgasmo nunca antes experimentado por Miguel que lo hizo sentir
esa sensación hasta ponerle los ojos en bizco, y ver ese resultado pegajoso en
las manos a la vez algo desconocido, con temor pero al final hizo pusiera la ropa de
inmediato y no volver a hablarles a esos compañeros desde Aquella ocasión y
todo quedo escondido en los recuerdos.
Fue así que descubrió la masturbación a sus 11 años y desde ahí cada noche encerrado en su habitación cuando regresaban los fines de semana, antes de dormir alzaba aquel colchón se su recamara, en donde sacaba sus revistas que le habían vendido sus mismos compañeros en la escuela clandestinamente y volvía a experimentar esa sensación, una vez acabado todo escondía todo debajo del colchón y a dormir relajadamente por la mañana con un rosario antes del desayuno le ayudaba a sentirse nuevamente bien y libre de pecado.
Pero no solo fue así recordaba que en él coro de la iglesia junto con otros compañeros los más reservados tuvo algunos encuentros más simples pero no dejaban de perturbarlo, era recordatorio que le decía que algo no estaba bien esa tendencia el sentir atracción hacia gente de su mismo sexo, no era normal a pesar de considerarlo pecado era algo que disfrutaba pero celosamente guardado en su mente y en su comportamiento.
También recordaba aquellas miradas de algunos seminaristas cuando cubrían algunos retiros espirituales nunca paso nada pero siempre con la duda.
Pero las cosas estaban por cambiar el hecho de iniciar una nueva etapa que él desconocía el de entrar a esa carrera de seminario le provocaba temor más aún porque las reglas van cambiando, ya con los preparativos llego el día del primer día en aquella nueva experiencia religiosa.
Esperando esa mañana en aquella pequeña sala junto con otros principiantes noto casi en la mayoría de ellos algo interesante, pero en sus rostros pero en aquellas miradas algo familiar que en momento no podía descifrar pero así inicio aquella mañana.
Al poco tiempo supo que varios que ingresan al seminario es más por esconder su homosexualidad, por llevar eso como un estigma, están ahí por esconder su sexualidad, reprimirse pero sobre todo tratar de ocultar en eso sus tendencias y su verdadera preferencia.
No tardo mucho Miguel no quiso seguir ese juego, solo duro dos años la presión era mucha pero dentro de sus convicciones era ser como él quería, no deseaba vivir más en el closet encerrado en aquella cárcel, y de no vivir siempre con ese miedo y sobre todo el temor de que algún día lo descubrieran o simple idea de cubrir las apariencias con la familia, al poco tiempo dejo el seminario y con el paso de los años se alejó de su familia se fue a estudiar al extranjero.
Hace algunos días recibí un correo me mando una foto de el caminando por las calles de Barcelona donde ahora puede decir con gusto que es como realmente quiere ser sin ataduras y sin vivir esa doble vida que muchos hoy en día siguen en la oscuridad.
Fue así que descubrió la masturbación a sus 11 años y desde ahí cada noche encerrado en su habitación cuando regresaban los fines de semana, antes de dormir alzaba aquel colchón se su recamara, en donde sacaba sus revistas que le habían vendido sus mismos compañeros en la escuela clandestinamente y volvía a experimentar esa sensación, una vez acabado todo escondía todo debajo del colchón y a dormir relajadamente por la mañana con un rosario antes del desayuno le ayudaba a sentirse nuevamente bien y libre de pecado.
Pero no solo fue así recordaba que en él coro de la iglesia junto con otros compañeros los más reservados tuvo algunos encuentros más simples pero no dejaban de perturbarlo, era recordatorio que le decía que algo no estaba bien esa tendencia el sentir atracción hacia gente de su mismo sexo, no era normal a pesar de considerarlo pecado era algo que disfrutaba pero celosamente guardado en su mente y en su comportamiento.
También recordaba aquellas miradas de algunos seminaristas cuando cubrían algunos retiros espirituales nunca paso nada pero siempre con la duda.
Pero las cosas estaban por cambiar el hecho de iniciar una nueva etapa que él desconocía el de entrar a esa carrera de seminario le provocaba temor más aún porque las reglas van cambiando, ya con los preparativos llego el día del primer día en aquella nueva experiencia religiosa.
Esperando esa mañana en aquella pequeña sala junto con otros principiantes noto casi en la mayoría de ellos algo interesante, pero en sus rostros pero en aquellas miradas algo familiar que en momento no podía descifrar pero así inicio aquella mañana.
Al poco tiempo supo que varios que ingresan al seminario es más por esconder su homosexualidad, por llevar eso como un estigma, están ahí por esconder su sexualidad, reprimirse pero sobre todo tratar de ocultar en eso sus tendencias y su verdadera preferencia.
No tardo mucho Miguel no quiso seguir ese juego, solo duro dos años la presión era mucha pero dentro de sus convicciones era ser como él quería, no deseaba vivir más en el closet encerrado en aquella cárcel, y de no vivir siempre con ese miedo y sobre todo el temor de que algún día lo descubrieran o simple idea de cubrir las apariencias con la familia, al poco tiempo dejo el seminario y con el paso de los años se alejó de su familia se fue a estudiar al extranjero.
Hace algunos días recibí un correo me mando una foto de el caminando por las calles de Barcelona donde ahora puede decir con gusto que es como realmente quiere ser sin ataduras y sin vivir esa doble vida que muchos hoy en día siguen en la oscuridad.
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