Los
pedregales del sur de la ciudad de México a principios del siglo pasado
proporcionaban de recursos a los habitantes de los pueblos originarios del
valle México, mis tíos hace mucho tiempo se dedicaban a la elaboración de
canastas con ramas de pirul por su flexibilidad permitían tejerla y cuando se
les quitaban la piel era flexible y cuando se secaban eran daban la
firmeza.
Un
ocasión mi tío se fue al pedregal a juntar vara para sus canastas,
entre el camino pedregoso busco los arboles de pirul empezó a cortar las varas, ya con una buena
cantidad busco un lugar para quitarle la
corteza y las hojas, estaba sentado en
unas piedras, en el pedregal solo hay que cuidarse de las víboras y animales
ponzoñosos, estaba quitarlo las hojas a una vara cuando asombrado observo a lo
lejos la silueta de una persona, pero no le hizo caso, siguió con su tarea,
cuando volvió a sentir aquella extraña sensación y miro a lo lejos vio a
anciana, , levanto la vista, paso unos minutos y la anciana volvió a pasar a lo
lejos, la anciana recolectaba leña
porque se agachaba y tomaba algo y lo traía entre las manos, paso un rato y la volvió a ver pero a ver a la anciana, el
pensando que no era normal observar aquella persona se paró rápidamente a
buscarla no andaría lejos.
Camino
por donde la miro por la primera vez, no entendía como le hizo para poder
desplazarse tan rápido, el detalle en aquella parte había una barranca por lo
que no podía haber estado en ese lugar,
el escalofrío recorrió su cuerpo porque no era posible que la anciana estuviera
a esa altura, sintió miedo levanto sus cosas, solo comento que eso no era
bueno.
Fue
su asombro que donde la había visto por última vez a la anciana había un pozo
de agua y esta flotaba, tal fue el susto que se fue corriendo del lugar.
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