martes, 30 de mayo de 2017

Historias El Amanecer en la Hacienda.




Aún hay oscuridad en aquellos muros de la habitación. el frio de la mañana era evidente, el l ruido del gallinero que estaba cerca me despertó,  en el ambiente el  olor del nixtamal, el proceso mediante el que se realiza la cocción del maíz con agua y cal, para obtener masa  invade poco a poco, Mi abuela Materna  se ha levantado temprano para prepararlo,   puse mis zapatos solo la alcance camino a  entrada de la hacienda,  ese casco viejo y derruido  a lo lejos los primeros rayos de luz dejaban ver la capa de neblina en el valle que estaba enfrente, mi abuela esperaba al muchacho que pesaba que recogía el maíz para la molienda en Echavarría un poblado cercano con molino.

 Unos días antes había logrado convencer a mis padres para que dieran permiso de venir con mi abuela a visitar la hacienda o el rancho, solo recuerdo haber salido con mi abuela y haber abordado un taxi muy temprano quizá las 5.00 am, y recorrer eje central rumbo a la central de autobuses, en el trayecto el taxista escuchaba un programa llamado amanecer ranchero donde sonaba música ranchera hasta creo que de Pedro Infante.

Así cerca de Pachuca, Hidalgo mis recuerdos son pocos, aquel casco de hacienda en ruinas, la casona principal a punto de derrumbarse, con un jardín al centro  del interior de la casa, en aquellos pasillos en uno de sus muros hay  murales donde se apreciaban una la vista de la hacienda en tiempos de auge y otro lado la pintura  una dama vestida  a la época de  fines del siglo XIX,   cuantas historias  habrán sucedido en esos lugares, y después de la revolución aquella prospera hacienda cayo, ahora la mayor parte en ruinas, si daba el aspecto de nostalgia, de miedo aun hoy me han comentado de espectros y sonidos que vagan en la oscuridad y por todos lados.
A mi corta edad 7 años era para mí algo nuevo pero de alguna manera conectado a mis raíces, mis ancestros han sido gente de campo, aquí en la ciudad de México en Coyoacán donde sembraban las flores, legumbres y hortalizas, pero al crecer de la urbanización de la Ciudad de México, cambio las condiciones fue una permuta de tierras para fraccionamientos en la ciudad lo que originó en traslado de mis familiares a esta parte de Hidalgo.

En el interior de la hacienda hay un camino ancho que conduce a los corrales que esta fondo sin antes pasar por las caballerizas y por ahí se ve el abrevadero un extensión enorme donde la vegetación semidesértica predomina los magueyes y las nopaleras, la yucas, biznagas  y otras especies que desconozco, esa zona en esas fechas eran los baños,  no había letrinas y si las había no las usaban por algún motivo, ya en los corrales colindaban con otra construcción derrumbadas, recuerdo algún día corriendo por aquellos paredones donde las  hormigas rojas se me subieron  me abuela lo primero que hizo fue reganarme y de inmediato que baño con aguan  fría, y la ropa igual son muy peligrosas .
Una mañana acompañe a mi abuela a dejar la comida a los puercos ahí recuerdo que por abrevadero salió un zorrillo se cruzó en el camino, con asombro intente agarrarlo pero un fuerte jalón de patillas por parte de mi abuela freno mis aspiraciones, tenía razón la orina de ese animal me hubiera dejado apestoso durante varios días.
Otro día estuve recorriendo los pasillo de la casa principal hasta un murciélago me salió, de alguna manera había que compensar  que no hubiera señal de televisión, solo radio  la música que aquellos años no me llamaba la atención, eso es lo que a veces se me hacía aburrido.

En el transcurso de aquellos días note algo que no era común no tenía en quién confiar mis familiares eran prácticamente desconocidos incluyendo a la Abuela dulce que yo quería mucho, ahora su forma de ser real me mostraron una abuelita hostil en quien confiar, mis padres y mis hermanos estaban en la ciudad de México muy lejos.
A esa edad que yo tenía  no sé si mi forma de hablar o  mis expresiones, delataban  que  era gay  en closet  empecé a notar el  hostigamiento por parte de mis familiares, desde los primos fue algo complicado desde mis primos, mis tíos y mi abuela, cosa que con el pasar de los días fue más notorio.
Amaneció otro día mi abuela hacia las tortillas a mano todavía recuerdo aquel comal grande donde se hacían las tortillas y con leña, una taza de un poco de guisado de día anterior era el desayuno perfecto como quedo plasmada esa escena en mi memoria.
A los pocos días ya no me quede en el rancho me llevaron a las milpas a trabajar la primera misión quitar la hierbas que invadían las matas de frijol, otro día has creo a sembrar semillas de maíz, lo mejor era cuando llegaba la camioneta verde llevando la comida y de tomar los refrescos de sabores que uno podía escoger, ya más tarde nos llevaban de regreso.




Algunos tardes recorría la bardas de aquel   jagüey, también conocidos como ollas de agua, cajas de agua, aljibes, trampas de agua, son depresiones sobre el terreno, que permiten almacenar agua proveniente de escurrimientos superficiales.  Estaba ubicado enfrente de la Hacienda a veces arrojaba piedras o tratando de ver las ranas o los famoso ajolotes, así pasaban los días era Julio o Agosto ya no recuerdo solo que era tiempo de lluvia, cuando se veía cerca era de que todos ponían recipientes para almacenar el agua de lluvia.

Una ocasión mis primos me invitaron a un viaje no recuerdo donde así subí en la camioneta verde y   nos llevó por el camino hacia las milpas, algo  retirado del rancho  paro en el cerro se bajaron mis primos todos ellos eran mayores que yo, cuando yo estaba distraído corrieron y me dejaron ahí, arrancaron la camioneta yo  por más que corrí no los pude alcanzar,  solo comprendí que lo mejor era caminar para llegar a la hacienda que se miraba abajo solo empecé a caminar así llegue  la hacienda, eran bromas eran pesadas yo a mis 7 años eran todo, no  hubo reclamos ni castigo hoy que escribo esto quizá fue algo planeado por mis  familiares para volverme hombrecito según sus dichos, pero en realidad han de pensar que se olvidó pero no creo porque lo estoy escribiendo.

Una tarde en la cocina estaba llena de vaina seca de fríjol, me comentaron que había que ayudar a desgranar y poner la semilla en los sacos, lo que hice me gusto pero la hojas secas si se manejan mal te pichan o  te cortan las manos o los dedos así busque una bolsa de yute coloque varias vainas,  talle  las semillas se separaban fácilmente  así logre hacer más con menos esfuerzo, al otro día  fui aquella cocina pero ya no había vaina solo sacos de semilla  acomodados, le pregunte que paso ya me comentaron que le había hecho como yo lo hice un día anterior fue más fácil.

Al pasar los días yo ya me quería regresar con mi familia a la Ciudad de México, pero hacia donde así que estuve preguntando por ahí con algunos conocidos, preguntaba si podía irme caminando, solo miraba las vías del tren a lo lejos hacia el sur había caminar ese era mi gran deseo regresar con mi familia, mis hermanos mis padres.

Una madrugada me despertaron levántate mi tío no llevo a la central de autobuses, ya estaba de regreso a la ciudad de México, así regrese a mi casa en la Candelaria en Coyoacán lo primero que hice fue abrazar a mi Mama, vivir en la hacienda fue difícil e interesante pero lo más triste fue que conocí a la abuelita real y borro todo concepto que yo tenía por otra como los perjuicios pueden ser avalados para juzgar una conducta pero así era en esos años.

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