jueves, 7 de enero de 2016

Historias Mis miedos y temores del ambiente gay.



Aquella noche de viernes camino al antro, siempre salía de casa alrededor de las 10.30 p.m. para llegar a tiempo a veces sin lugar para poder llegar en otras ya con lugar en la mente  en ese trayecto caminando por la calle hacia la avenida principal pensando en el ambiente gay siendo un medio complejo siempre podemos enfrentar mis miedos del ambiente gay.

Y cuales son mis miedos:

Unos de los primero  al enviar un toque en facebook,  o poner  gusta un mensaje breve de quién te llama la atención el miedo a que te  mande al carajo, no té conteste o te mande mensaje de respuesta arrogantes o en sus perfiles mencione cuales son los requisitos para estar en la banca de espera y poder conocer, o la inseguridad nos persigue para devolver una sonrisa, un saludo, para tomar la iniciativa y romper le hielo,  decir aquella persona me gustas  y aquí estoy.

El miedo a la soledad en no tener  pareja, que sea la motivación del día  el sentirse importante  para alguien, de disfrutar de una platica o simplemente ver la t.v, compartiendo la vida por los simple, es ingrediente es eso convivir y no sentirse solo, en no verse a futuro solo,  la soledad, la interminable búsqueda del hombre "ideal".


Estando con pareja otro de los miedos que nos enfrentamos es las  mentiras e infidelidades disfrazadas; cuando la  desconfianza se vuelve rutina a veces podemos decir que alguien nos quiere pero no todas las veces es así cuando la confianza se vulnera es difícil poderla recuperar porque el que cae una vez puede caer dos veces, cuánto miedo puede haber después de tantos golpes en el alma, de estar en segundo plano por tanto tiempo.

Cuando solo nos buscas para compañías simples cuando juegan con los sentimientos, cuando tenemos sexo pensado que encontraremos con esto una pareja cuando no conocemos la persona y al día siguiente ni siquiera te mira o te hable o te marque, parejas efímeras como llamas que se extinguen cuando el rayo del sol toca la puerta.

Cuánto miedo podemos sentir y qué podemos hacer con él. Qué hacemos ante una mirada que te estremece el alma y te da miedo la desconfianza propia y la del otro.

Tengo miedo porque muchas veces me han visto el cuerpo y no me han explorado el alma, mi forma de pensar fue pasada por alto tantas ocasiones que me redujeron a una absurda pregunta: ¿qué eres: Activo a pasivo? O cuanto te mide, en donde lo hacemos, tienes ligar no vemos en cuarto oscuro.

El miedo a los Hombres que juran una fidelidad inexistente, un amor intenso y maduro que se acaba con el primer cuerpo que se ofrece y se antoja. Una vez sólo fui el amante que debía esconderse, abrazarse en lugares lejanos o cerrados y decir palabras a susurros que sólo eran mentiras. Alguna otra vez me celaron tanto que terminé enfermo de duda y de desconfianza, otras se enamoraron de mí y yo no pude por más que intenté.

El miedo a los besos vacíos, besé sin amor y me sentí vacío; desperté con alguien y sólo se levantó y se fue, estuvieron conmigo y fui el trofeo que se mostraba pero con el jamás se podía comprometer por miedo a perderse, estuve con quien no supo definir su sexualidad y mucho menos lo que tenía conmigo y fui violentado con silencio.

Miedo a las Palabras y palabras he escuchado y han  construido castillos que terminan derrumbados, futuros que jamás se cumplen, lágrimas contenidas y a veces tiradas a mares, sentimientos que nacieron para morir rápidamente.


Miedo a que cuando una relación camine bien y cuando estas más entusiasmado cuando piensa un que ese hombre lo es todo se viene el mundo abajo y te das cuenta que los mensajes poco a poco van siendo menos, que te oculta que tiene tiempo libre que inventa todo que se acabó la pila, el saldo  y lo miras en línea, que poco a poco aquel sentimiento ha crecido pero la otra persona ya no que poco a poco se apaga esa llama que alguna vez estuvo encendida, y que ahora me evita para ya no vernos y lo peor  que un buen día termine todo y sin saber la causa que irremediablemente será otra persona ese amor oculto.


He querido cambiar tantas veces, arrancarme al corazón para dejar de sentir; quise ser frío, quise no volverme a ilusionar, pero sé  que  no todo lo es malo que habrá en ese mar de gente algún hombre que quiera compartir  la vida conmigo y que aprendemos a vivir con todos esos miedos  y tener la certeza que el que no se arriesga jamás podrá decir que lo intento.


Así llegue al antro y la vida de nuevo me dada una esperanza aun que muchas veces no sea el lugar adecuado para encontrarlo.
    

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